1/4/09

Reflexiones a partir del taller “Presencia, impulso y energía” Impartido por Eugenia Vargas


Estoy contenta y un poco sorprendida por el taller pues fue una especie de oráculo que dio respuesta a dos cuestiones que me plantee antes de iniciarlo. Por una parte, la inquietud de encontrar un terreno común entre la práctica del actor y la del bailarín, pues mi labor artística se ha desarrollado en estos dos ámbitos. Por otra parte, al iniciar el taller hice una petición que tenía que ver con abrir espacios, lo cual me fue concedido.

El terreno común en donde coincidió mi trabajo corporal como actriz y como bailarina fue el uso del centro. Pude identificar sensaciones comunes: es el centro desde donde surgen la voz y las emociones; es también el que da estabilidad, peso y agilidad. Además, el centro es el que se comunica con el otro, el que entabla relaciones.

Durante el taller trabajamos el centro partiendo del periné y también el vientre y el sacro, como una esfera interna que abarca el espacio de la cadera. El centro, supongo, no sólo es un concepto de trabajo físico, aunque creo necesario partir de sensaciones muy concretas –como la contracción y relajamiento del periné o el movimiento ondulatorio del vientre en el piso- que involucran, a medida que se trabaja, otros aspectos de nosotros como el emotivo, el psíquico y el simbólico.

El uso del centro me hace pensar en su relación con el poder y en su orden arquetípico en los trabajos de Jung. Gabriel Weisz en Dioses de la peste afirma: “En la profundidad de la matriz se traza el origen de la vida y como tal es un terreno de poder”.

En mi experiencia, más allá del orden simbólico y arquetípico, el uso del centro lo vivo como el poder de controlar mi cuerpo, de dirigirlo y de darle estabilidad. Además, el poder como sensación de aplomo, como fuerza, como origen de energía, como arraigo.

Sé que lo que descubrí del centro durante el taller es sólo una parte. Creo que es un tema sobre el cual el bailarín y el actor pueden indagar en su trabajo diario y personal. Es un material para “darle vueltas” por un buen rato.

Con respecto a mi petición concedida: el abrir espacios, el taller fue un lugar para limpiar la rutina del entrenamiento. Más de una ocasión he sentido el peligro de que el entrenamiento resulte enajenante, de que deje de ser un espacio de indagación y crecimiento y se convierta en una actividad divorciada de mis intereses más profundos. Considero imprescindible buscar momentos para dejar la rutina y purgarse. Tomar aire y que nuestro quehacer retome sentido. El taller fue un espacio de trabajo sin prejuicios y sin presiones, ni externas ni internas, que permitió estar consigo mismo a cada uno y compartirse con los otros.

Laura Ruiz Mondragón / marzo 2009

2 comentarios:

  1. "...todo está en la profundidad, la envergadura, la presencia de planos en la emoción que duerme en el lugar recóndito de la intimidad del actor, donde descansa, donde yace la experiencia humana transformada en emoción..."

    MARGULES,Ludwik. Memorias

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  2. "algunas palabras, pensamientos y fugas sobre el taller presencia,impulso,energía impartido por eugenia vargas"
    por principio, el taller (por decirlo de alguna manera,no es que sea un ente por si mismo) ha sido un bálsamo de agua en cuerpo sediento, algo sorprendente para mí,es el fenomeno que se crea; gente desconocida socialmente hace intimidad a profundidad...záz, qué impresión. esto provocado, sí, por la disposición de cada uno,pero el asunto es por lo inefable del trabajo energético...el movimiento en una realidad extracotidiana...es aqui donde veo el acirto más grande del taller, porque por más herramientas que te den si no se trabaja esto ya se sea principiante o alguien muy experimentado las cosas no cuajan,ni para uno, ni para el compañero de escéna,ni para el receptor (el público),me refiero a la organicidad del creador;del interprete;del ejecutante...descubrir el material de cada uno,es decir qué textos tiene escritos en su interior,qué sabores, qué olores,cuál es su propia música,sus imagenes, estampas y texturas,la propia danza y partitura de movimientos,el propio entendimiento de tiempo,la propia forma de sentir...y en esa medida...así el artista escénico se hace responsable y complejo, pues parte desde si para habitar una estructura, como los ejercicios del taller:regodeate en tu ira, pero trabaja el estacato...
    en fin, mi agradecimiento a eugenia por este trabajo tan interesante y a las tripulantes mis mejores deseos para que su árbol fructifique dulcemente.
    perla salas cruz

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